"Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos" (Génesis 35:2).
Hasta ese día Jacob había permitido entre su gente los ídolos, es decir algo que desagradaba a Dios. Para que Dios nos posea es necesario que tengamos un pacto con él y que nos alejemos de todo aquello que lo desagrada. Es ahí cuando el puede tomar nuestro pasado y cambiarlo completamente, como el caso de Jacob quien después de tener un encuentro con Dios se volvió Israel.
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