lunes, 24 de diciembre de 2012

Ansiedad

La ansiedad es una arma diabólica que nos amarra y nos impide crecer y acercarnos más a Dios. Es peligrosa porque es sutil, porque puede empezar y aumentar cada día sin que la percibamos como esa artimaña diabólica.

Quiero decir, cuando la ansiedad comienza no nos levantamos una mañana diciendo voy a quedarme ansiosa por este problema. No. Empezamos a pensar y pensar en el mismo problema todo el tiempo, vamos a dormir pensando en lo mismo, salimos pensando en eso... lo olvidamos un rato. Cuando estamos solos regresa el pensamiento... y así, al día siguiente comienza la misma historia.

Conforme el tiempo pasa la ansiedad aumenta, porque ella esconde una duda y con duda nuestra fe es neutralizada, así que el problema no es resuelto, y por eso la ansiedad sigue creciendo, ¿ven la trampa?

Solución. Reconocer la ansiedad cuando viene o cuando ya se apoderó de nosotros. Usar la fe, luchar contra los pensamientos negativos y las dudas. Confiar en la Promesa de Dios. Actuar, ocuparse, no dar lugar a que la ansiedad regrese.

Jesús vino al mundo para que tuvieramos paz, no ansiedad. Confiemos, Él ya ha vencido al mundo.