Teme

"...que los egipcios temían a los hijos de Israel" (Éxodo 1,12)

Mientras leía esto pensé en los jóvenes que participan de Fuerza Joven. A veces cuando uno desea entregarse de verdad el diablo empieza a oprimirlos con dureza, por medio de críticas, problemas en la casa, escuela, trabajo, pero todo eso es en realidad porque el diablo les teme, así como a todos aquellos que somos el pueblo de Dios.

Manda

" Señor, si eres tú, manda que vaya hasta ti" (Mateo 14:28)

En este versículo Pedro le pregunta a Jesús si es él, pues está dispuesto a obedecer su voz y a caminar sobre el mar. La obediencia de Pedro en la palabra de Dios fue práctica, pues realizó uno de los actos que sólo el Señor Jesús pudo hacer sobre la tierra. Además el propio Jesús dijo en su palabra que nosotros haríamos cosas mayores que Él. Es cuestión de fe y obendiencia.

Violencia

"Desde los días de Juan Bautista hasta hoy el reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan" (Mateo 11,12)

Dentro de cada una de nosotras hay una guerrera de Dios y de la fe lista para conquistar grandes cosas para Jesús, para arrebatar las almas si es necesario con violencia para ganarlas al Señor. Este tipo de fe es necesaria pues vivimos en medio de una guerra espiritual.

La puerta

"He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20)

¿Te imaginas que quedáramos de vernos aquí en mi casa y yo, aún estando en casa, te dejara esperando horas o hasta días en la puerta sin abrirte? Es obvio que no esperarías tanto, pero el Señor Jesús está así en la vida de muchas personas, esperando. Esperando para hacerlas felices, para salvarlas, para darles una vida nueva, sólo es cuestión de abrir la puerta del corazón.

Judá

"Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y se llegó a ella" (Génesis 38,2)

Al igual que Isaac, Jacob tampoco tuvo cuidado por la vida sentimental de sus hijos. Judá, por ejemplo se casó con una mujer cananea que educó a sus hijos de tal forma que Dios les fue quitando la vida uno por uno al casarse con Tamar, lo que derivó en que la joven tuvo que vestirse de ramera para tener un hijo de la descendencia de Judá, del cual proviene el linaje del Señor Jesús, y creo, no por la justicia de Judá sino de Tamar. Ahí la importancia y el cuidado que debe tenerse sobre la vida sentimental.

Jacob, Israel

"Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos" (Génesis 35:2).

Hasta ese día Jacob había permitido entre su gente los ídolos, es decir algo que desagradaba a Dios. Para que Dios nos posea es necesario que tengamos un pacto con él y que nos alejemos de todo aquello que lo desagrada. Es ahí cuando el puede tomar nuestro pasado y cambiarlo completamente, como el caso de Jacob quien después de tener un encuentro con Dios se volvió Israel.

Te sostendré

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios; yo te doy vigor, sí, yo te ayudaré, y siempre te sostendré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10)

En el día a día, hay situaciones, dificultades y cosas que debemos enfrentar, pero Dios nos promete estar con nosotros, ser nuestro Dios, darnos fuerza, ayudarnos y sostenernos. ¿Necesitamos algo más para superar cualquier barrera u obstáculo? No. Sólo debemos creer no por una emoción sino seguros de que esta palabra se cumplirá en nuestra vida.

Dirección

"Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios" (Romanos 8,14)

Sólo aquellos que permiten que el Espíritu Santo guíe cada uno de sus pasos, pueden considerarse hijos de Dios. Es necesario pedir su dirección para todas las acciones de nuestra vida y confiar en que Él tiene siempre la mejor respuesta.

Deleitarse

"Deléitate asímismo en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón" (Salmos 37,4)

Este versículo se cumple en la vida de aquellos que creen todos los días de su vida, y el secreto está en deleitarse, es decir, hacer las cosas para Dios no por obligación o necesidad, sino por amor, con gozo y sobre todo, placer. Al hacer las cosas de esta forma, Dios nos concede no caprichos que nos pueden dañar, sino las peticiones del corazón que Él sabe que serán bendición para nuestra vida.

Todo

"Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" (Eclesiastés 3:1)

Ayer estaba meditando sobre esto, cada vez que Dios me ha dado una gran bendición, un poco antes, cuando la ansiedad es mayor, el Espíritu Santo me habla esta palabra. Hay que recordar que nuestro tiempo no es igual al de Él, porque para todo lo que deseamos, Él ha planeado un tiempo específico.