viernes, 18 de noviembre de 2011

Creo en ti

Cómo me gusta escribir. Dedicar un momento del día a poner en palabras mis pensamientos.

Ayer Dios habló conmigo. Mientras oraba para dormir yo le pregunté qué había visto en mí, porque a veces nos es difícil ver nuestras propias cualidades. En especial cuando nos humillan, terminamos viendo nuestros muchos defectos y nos olvidamos de cómo Dios nos ve. Fue una sola palabra lo que el Espíritu Santo habló conmigo: Yo creo en ti.

Nosotros siempre declaramos nuestra creencia en Dios, pero hay otra cara de la moneda, Dios también cree en nosotros. Él nos da responsabilidades, nos coloca en cargos que a  a nuestros ojos nos superan, pero somos su creación y Él sabe que somos capaces de todo si creemos en Él y en nosotros mismos.

"Yo creo en ti" Imagina, el creador del Universo, soberano de la Creación, cree en mí, incluso más que yo misma. Tener esa confianza te fortalece contra cualquier batalla, lucha, dificultad. Te levanta cuando estás caído, te anima cuando estás triste, te impulsa a intentar cosas que nunca imaginarías poder realizar y a conseguirlas.

Por eso dijo Pablo: "Yo todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Si el Espíritu Santo está dentro de nosotros, no existe nada que no podamos hacer.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Escuchar al corazón

Ese es un gran problema de las mujeres, y yo me incluyo en esa lista.

No sé que ha pasado conmigo estos días, estoy muy emotiva. Hace mucho que no lloraba tanto. No me gusta ser así, dejarme dominar por los sentimientos.

Escuchar al corazón es lo peor que podemos hacer en la vida. El corazón es exagerado, dramático, siempre busca la peor parte de las palabras que nos dicen y las agranda para hacer de algo simple, algo complicado. Es como dice un dicho mexicano: nos hace ahogarnos en un vaso de agua.

Sólo el Espíritu Santo puede comprendeme cuando estoy así, sólo Él me puede comprender, sólo con Él puedo hablar y hablar, llorar y llorar, y no me critica, sino que me escucha y después me hace en dónde está mi error.  Es ilógico querer culpar a las personas de mis emociones. Si yo me quiebro con un pequeño comentario, o con una gran llamada de atención, que seguro no fueron dichos para lastimarme, entonces el problema no está en los otros, sino en mí.

Sin embargo, es maravilloso tener la certeza de que el Espíritu Santo está con nosotros a cada instante, en especial para hacernos entrar en razón cuando las emociones hablan alto. Además, no acepto ser controlada por lo que dice mi corazón engañoso, no. Es el Espíritu Santo quien debe hablar más alto y dirigir todas mis actitudes.

Esa es la diferencia entre una mujer sabia y una insensata.

martes, 15 de noviembre de 2011

Gracias

Espíritu Santo.

Gracias. Estoy segura de que te estás agradando de mí. Nada puede arrebatar esta certeza. Gracias por las humillaciones, pues sé que quien es humillado será enaltecido. Gracias por las luchas, pues sé que en cada una de ellas se esconde una gran victoria. Gracias por que nadie me ayude, pues sé que me estás preparando para grandes responsabilidades. Gracias por cada lágrima, pues tú las recoges todas y eres mi consuelo.

Te amo, te necesito. Sólo tú puedes escuchar el grito de mi alma. Sólo te pido que me des un corazón limpio y que me ayudes a guardar mis palabras para no decir algo que pueda lastimar a los demás. Gracias por jamás olvidarme. Por mirarme desde tu trono y amarme a pesar de mis fallas. Gracias por estar conmigo, cuando todos me abandonan, cuando nadie puede comprender el dolor, el cansancio, el sacrificio, Tú estás pendiente de cada lágrima, de cada noche de desvelo.

Gracias por este momento, sé que me estás haciendo más como tú. Por favor, muéstrame qué debo de aprender. Aunque no me siento muy fuerte, gracias porque tu poder se perfecciona en mi debilidad. No me siento muy alegre, pero tú habitas con los contritos de corazón. Estoy afligida, pero aunque muchas sean las aflicciones del justo, de todas ellas lo librará el Señor.

Ahora, tú ya has vencido al mundo, y por mi fe, yo también. Gracias por todo.

Vida eterna

Pensar sólo aquí en la tierra no es sabio. A veces transcurren los días y nos olvidamos de que nuestra vida no se reduce a los contratiempos, victorias, luchas, bendiciones o a nuestro día a día, no. La importancia de cada instante trasciende porque todo lo que hacemos aquí en la tierra repercute en la eternidad.

Hoy estaba meditando en los últimos capítulos del Apocalipsis, esas palabras que se convierten en la seguridad en el futuro de aquellos que creen en Dios. Imagina, el cielo nuevo, la nueva Jerusalén. Caminar por un cielo cubierto de zafiros, estrellas brillantes cuyo resplandor se opaca ante la majestad de Dios. Colores asombrosos los cual ningún ser humano es capaz de imaginar. Paz verdadera, sin tristeza, ni lágrimas, sin voces de dolor, sin odio, ni miedo, sino sólo la presencia de Dios. Imagino el aroma más delicioso del mundo...

Siempre he deseado tener una estrella. Entonces mi sueño se volverá realidad, no habrá necesidad ni de luz de lámpara, ni del sol, ni de la luna, ni de las estrellas. El propio Señor nos iluminará y recogerá todas las lágrimas que derramamos aquí en la tierra. Veremos el incienso de nuestras oraciones llegando hasta Dios como un perfume agradable.

Ahhhh... sólo el vencedor obtendrá la vida eterna. Cualquier sacrificio es poco para alcanzarla. Vuelve pronto por nosotros Señor.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Dios sí ve

Cuando nadie puede ver el sacrificio, Dios está más atento. Cuando parece que nadie reconoce el esfuerzo, Dios sonríe de gusto.

Dice en la Biblia que lo que hacemos en secreto nuestro Padre lo recompensará en público. En verdad, las personas a nuestro alrededor sólo están pendientes de nuestros errores, de juzgarnos y colocar más cargas sobre nosotros. Es más, nos presionan y presionan, cuando fallamos acaban con nosotros con sus palabras.

Pero con Dios es diferente, con Él tenemos seguridad de que cada responsabilidad es una oportunidad de agradarlo, Él jamás nos humillaría, sino que nos enseña con amor y, aunque nos llame la atención, lo hace como un Padre con su hijo. Él jamás nos haría sentir como un fracaso sino que su palabras nos recuerdan que somos más que vencedores.

Dios ve las lágrimas que derramamos pero nos levanta cuando nos sentimos más abatidos, el Espíritu Santo es nuestro consuelo, nuestra fortaleza cuando todos nos abandonaron. Cuado Él está con nosotros, nada de lo que nos digan puede apagar la certeza de que Él nos escogió y, que a pesar de nuestras debilidades, nada es imposible si creemos en Él.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Renuncia

Renunciar es sacrificar.

En la vida hay cosas que sólo podemos conseguir si renunciamos. Por ejemplo, para ser un buen siervo de Dios es necesario renunciar a uno mismo, a nuestra propia voluntad, nuestro yo, nuestro ego, entre otras cosas. Si nos comportamos con orgullo, ¿qué testimonio le damos a quienes no te conocen?

En el matrimonio es necesario renunciar. Es como la relación en una familia, si no renuncio a reclamar sobre ciertas cosas que me molestan voy a terminar peleando con todos a mi alrededor. Son cosas pequeñas, pero si no renuncio a mi deseo de siempre estar en lo correcto, entonces se convierten en grandes conflictos.

Para tener una transformación total en nuestra vida, es necesario renunciar a nosotros mismos. Es necesario dar un basta y decidir renunciar a nuestro pasado con la mirada siempre hacia adelante, luchando por cada día ser más como el Señor Jesús.

Dios jamás olvida lo que hacemos, si renunciamos a algo por amor a su nombre, es como si sembraramos una semilla que Dios mismo cuidará y dará fruto a su tiempo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sufrimiento

Hoy el Espíritu Santo habló algo conmigo. Yo le estaba preguntando acerca de algo que me produce curiosidad y en lo que he estado meditando durante varios meses sin descubrir una respuesta. Pero la respuesta que me dio hoy no fue lo que esperaba.

-¿Por qué estás perdiendo el tiempo con preguntas inútiles cuando hay millones de personas muriendo, sufriendo sin conocerme?

Es verdad. Cuántas veces quedamos preocupados o curiosos de cosas que carecen de importancia y quitamos la vista del objetivo por el cual Dios nos llamó. Vemos personas en la calle sufriendo y nos olvidamos de ellos, olvidamos que el Señor nos rescató de un pozo de desesperación y que si hoy estamos bien, no es por nuestros méritos sino por su misericordia.

Quizás Dios guarde silencio a muchas de nuestras preguntas (creo que a mí me gusta preguntar acerca de todo) porque lo más importante no es que tengamos mucho conocimiento, sino que soñemos y pongamos en práctica los sueños de Dios para la humanidad.

Algo que tienen los niños es que nunca pierden esa sensibilidad ante el sufrimiento de los demás. Nosotros adultos, cuando estamos acomodados y viviendo una situación tranquila, tendemos a olvidad que hay personas a nuestro alrededor que necesitan con urgencia del Señor. Si Dios no puede contar con nosotros para llegar a ellos, ¿con quién lo hará?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Es por ti

Terminó el día. Nadie vio todo lo que pasó hoy, nadie puede entender el cansancio, las lágrimas, la desilusión, la tristeza, el esfuerzo, el sacrificio. Sólo tú.

Porque yo sé que Tus ojos me contemplan a cada instante, cuando viajo en la noche en el camión, cuando renuncio a mi propia vida por ti. Tú jamás te olvidas, tú jamás dejarías de ver algo que yo hago para agradarte.

En ocasiones es difícil resistir el mundo que se coloca alrededor para poner más cargas sobre uno. Todos están listos para juzgar, para exigir más, pero nadie se preocupa por prestar algo de ayuda. En ocasiones nos sentimos abandonados por todos alrededor, pero jamás por ti.

Tu yugo es fácil y ligera es tu carga. Si al terminar el día tú estás feliz, yo lo estoy también. Tú eres todo para mí, Espíritu Santo. Me rescataste, me liberaste, me diste una nueva oportunidad de ser feliz, si algo puedo hacer para estar más cerca de ti, no me importan las lágrimas que tenga que derramar, si es por ti hago esto y mucho más.

Enséñame, tenme paciencia. Te necesito cerca cuando nadie más puede entenderme. Tú me comprendes sin más explicaciones, me amas a pesar de mis debilidades. Sé que a veces soy muy exagerada... pero hazme fuerte, tómame en tus manos y ayúdame a seguir adelante.

Quizás todos me pidan muchas cosas y ni se importen si uno estoy bien o no, si atravieso peligros o no, pero tú estás pendiente de mí. Eres mi consuelo, mi refugio, te amo. Creo que simplemente hoy es uno de esos días cuando tenerte es la paz que llena mi corazón en medio a las tempestades. Mañana saldrá el sol de nuevo, estoy segura.

Si me preguntara porqué hago todo esto... la respuesta es fácil. Es por ti.