martes, 15 de noviembre de 2011

Vida eterna

Pensar sólo aquí en la tierra no es sabio. A veces transcurren los días y nos olvidamos de que nuestra vida no se reduce a los contratiempos, victorias, luchas, bendiciones o a nuestro día a día, no. La importancia de cada instante trasciende porque todo lo que hacemos aquí en la tierra repercute en la eternidad.

Hoy estaba meditando en los últimos capítulos del Apocalipsis, esas palabras que se convierten en la seguridad en el futuro de aquellos que creen en Dios. Imagina, el cielo nuevo, la nueva Jerusalén. Caminar por un cielo cubierto de zafiros, estrellas brillantes cuyo resplandor se opaca ante la majestad de Dios. Colores asombrosos los cual ningún ser humano es capaz de imaginar. Paz verdadera, sin tristeza, ni lágrimas, sin voces de dolor, sin odio, ni miedo, sino sólo la presencia de Dios. Imagino el aroma más delicioso del mundo...

Siempre he deseado tener una estrella. Entonces mi sueño se volverá realidad, no habrá necesidad ni de luz de lámpara, ni del sol, ni de la luna, ni de las estrellas. El propio Señor nos iluminará y recogerá todas las lágrimas que derramamos aquí en la tierra. Veremos el incienso de nuestras oraciones llegando hasta Dios como un perfume agradable.

Ahhhh... sólo el vencedor obtendrá la vida eterna. Cualquier sacrificio es poco para alcanzarla. Vuelve pronto por nosotros Señor.