martes, 15 de noviembre de 2011

Gracias

Espíritu Santo.

Gracias. Estoy segura de que te estás agradando de mí. Nada puede arrebatar esta certeza. Gracias por las humillaciones, pues sé que quien es humillado será enaltecido. Gracias por las luchas, pues sé que en cada una de ellas se esconde una gran victoria. Gracias por que nadie me ayude, pues sé que me estás preparando para grandes responsabilidades. Gracias por cada lágrima, pues tú las recoges todas y eres mi consuelo.

Te amo, te necesito. Sólo tú puedes escuchar el grito de mi alma. Sólo te pido que me des un corazón limpio y que me ayudes a guardar mis palabras para no decir algo que pueda lastimar a los demás. Gracias por jamás olvidarme. Por mirarme desde tu trono y amarme a pesar de mis fallas. Gracias por estar conmigo, cuando todos me abandonan, cuando nadie puede comprender el dolor, el cansancio, el sacrificio, Tú estás pendiente de cada lágrima, de cada noche de desvelo.

Gracias por este momento, sé que me estás haciendo más como tú. Por favor, muéstrame qué debo de aprender. Aunque no me siento muy fuerte, gracias porque tu poder se perfecciona en mi debilidad. No me siento muy alegre, pero tú habitas con los contritos de corazón. Estoy afligida, pero aunque muchas sean las aflicciones del justo, de todas ellas lo librará el Señor.

Ahora, tú ya has vencido al mundo, y por mi fe, yo también. Gracias por todo.