jueves, 9 de febrero de 2012

Desconfianza

Así como actuamos la confianza con nuestras actitudes, también cuando hay desconfianza dentro de nosotros la actuamos, aunque no sea nuestra intención. Es el caso de Abraham y Sarah. Él, quien confiaba en la promesa de Dios permaneció fiel a su esposa esteril por muchos años, creyendo en que Dios cumpliría lo que prometió. Ella, en cambio, entregó a su esposo en manos de otra mujer, pues en verdad no creía en la promesa.

Ahora, yo no creo que Sarah haya pensado: "Ahh, desconfío de Dios, voy a actuar mi desconfianza". Cuando dejamos que las dudas, el miedo y la desconfianza poblen nuestro corazón,  todas nuestras actitudes van a reflejar esta desconfianza, queramos o no. Sarah trajo una maldición para su vida, su familia y todos sus descendientes por no creer en la promesa de Dios.

Nuestra vida debe estar cimentada en la palabra de Dios, no en las emociones o circunstancias. Los pensamientos de Dios no son los nuestros, ni sus caminos nuestros caminos. Él es perfecto, su tiempo es perfecto y su bendición llegará. Sólo cuando basamos nuestra fe en Su Palabra y no en las emociones humanas podemos tener la misma confianza de Abraham.