miércoles, 23 de enero de 2013

Sólo hoy ¿todos los días?

La mujer virtuosa le da bien a su esposo todos los días. Eso fue lo que aprendí esta semana leyendo el libro Mujer V.

Me quedé pensado sobre ello, a veces tratamos de agradar a los demás cuando necesitamos algo de ellos o cuando lo recordamos. Pero hay otros días en el mes (tú seguro sabes cuáles) cuando lo único que nos interesa es que las demás personas nos agraden, cuando sentimos que merecemos que los demás sean buenos aunque nosotros no lo seamos tanto así.

La mujer V no es así. Ella hace el bien todos los días, sientase bien o mal, aunque la persona  lo merezca o no. La mujer V sabe ser buena amiga, compañera, la mujer V es una buena esposa que suma en la vida de su marido y que se convierte en una bendición para quienes la rodean. Todos los días, no sólo uno u otro.

Ese debe ser nuestro objetivo diario, agradar, servir a los demás. Amarlos más, cuidarlos más, sumar cosas positivas a ellos. Eso es parte de lo que diferencía a una mujer V de las demás mujeres en el mundo. Eso la hace hermosa, no solamente físicamente, sino sobre todo a los ojos de Dios.

martes, 15 de enero de 2013

Digna de confianza

A veces, cuando estoy pasando por alguna situación difícil y empiezo a sentirme preocupada, parece que Dios me preguntara, ¿confías en mí? Es la única pregunta necesaria, inmediatamente me quedo tranquila, es simple: confío en Dios. ¿Qué representa esa confianza? Lo considero como alguien quien puede ayudarme, en quien puedo depositar todas mis preocupaciones pues no las dejará de lado, sino que es capaz de responder a mis peticiones y que sabe lo mejor para mí.

Mientras leía el libro de la Mujer V esta semana, me quedé pensando, ¿será que Dios confía en mí? ¿Será que mi familia confía en mí? ¿Mi novio? ¿El grupo joven? ¿Será que ellos consideran que soy alguien competente para cumplir con mis responsabilidades o he dejado que desear por mis actitudes?

Una persona digna de confianza es madura, responsable. La responsabilidad es el termómetro de nuestra madurez, si queremos saber qué tan maduras somos debemos analizar cuan responsables hemos sido en todo, en nuestra casa, escuela, nuestras finanzas, apariencia, nuestra salud.

Imagina cuan maravilloso sería que Dios confiase en nosotras como nosotras confiamos en Él y, si Dios puede confiar en nosotras, entonces también nuestra familia, pareja, jefe, en fin, si somos dignas de confianza damos un paso para ser una mujer virtuosa.

miércoles, 9 de enero de 2013

Mujer V

Uno de los versículos bíblicos más importantes para mí, es: "Mujer virtuosa, ¿quién la hallará, porque su estima sobrepasa largamente a las de las piedras preciosas" (Proverbios 31,10). No lo digo porque otros no sean importantes, sino porque éste es especial. No puedo recordar cuántas veces, durante muchos años le he pedido a Dios que me transforme en una.

Hoy, mientras leía el libro Mujer V, de Cristiane Cardoso, recordé las muchas oraciones que le he hecho a Dios a este respecto, especialmente cuándo tomé actitudes equivocadas, que me hicieron quedar mal con quienes me rodean, quizás herir a las personas que amo o simplemente sentirme terrible conmigo misma.

Ese es un serio problema, hice esta oración tantas veces pero sin creer que Dios realmente puede convertirme en la mujer virtuosa que Él desea que yo sea. Sin embargo, la decisión de serlo no le corresponde a Dios, sino a mi misma. Eso fue lo que aprendí mientras leía el libro. Yo soy quien decido si quiero aferrarme a la necedad o si lucho por actuar con sabiduría en todo lo que haga. Es mi decisión.

Si tomo la decisión de ser una Mujer V, entonces Dios pone su mano sobre mí y actúa, porque yo ya estoy dando el primer paso. A partir de ese instante empiezo a luchar cada día, en cada momento, en cada situación por actuar como una mujer virtuosa, Dios está conmigo, Él es quien me está moldeando, aunque no sea de la noche a la mañana.

Por eso el valor de una mujer virtuosa es tan alto. Así como una piedra preciosa es díficil de moldear, para formarse una Mujer V se requiere mucho esfuerzo, dedicación, determinación y, sobre todo, la mano de Dios sobre ella.

sábado, 5 de enero de 2013

Valor de mujer

Soy fan de las películas y libros ingleses en especial de la época victoriana, de fines del siglo XVII y principios del XVIII. Este era un tiempo muy diferente para las mujeres de lo que vivimos hoy en día. Era aquel tiempo donde se usaban vestidos largos, la mujer aprendía a coser, dibujar, bordar, tocar algún instrumento, cantar. Ellas, a diferencia de nosotras, no tenían tantas oportunidades, su mejor opción en la vida era casarse bien, si no lo conseguían se arriesgaban a la miseria económica. Tampoco contaban con las comodidades que vivimos hoy, horno de microondas, lavadora, licuadora, automóvil, supermercado, computadora o internet.

Hay una escritora, Jane Austen, quien vivió en aquellos tiempos y que, a través de sus novelas retrata la vida cotidiana de las mujeres en su época. Me encantan sus libros. Son novelas románticas, casamenteras, donde la protagonista se enamora y se casa con el hombre de sus sueños. Supongo que  eso tiene que ver con mi gusto por ellos, pero hoy mientras leía la introducción al libro de la Mujer V, de Cristiane Cardoso medité en algo más. El placer que tengo de esta clase de literatura tiene una raíz distinta: el valor que la mujer tenía entonces.

Quizás no gozara de los muchos beneficios que tenemos hoy en día, pero la mujer en ese tiempo era valorada. El hombre consideraba una honra casarse con una joven de buena familia y reputación. Se cuidaba y guardaba el honor de la doncella, no había contacto físico entre ellos sino cuando bailaban, el cortejo tenía una serie de normas que las resguardaban como un tesoro valioso. El peor horror que una familia podía imaginar era la pérdida de la virtud de una de las jóvenes en la casa.

Hoy en día es distinto, disfrutamos de comodidades, lujos, oportunidades mejores, pero ya no se nos valora así. Si la chica queda embarazada se considera algo malo, pero normal en estos días; si la chica se viste sensual y sin discresión se estima como algo común. Hay inumerables ejemplos. Pero, ¿cómo hacer para que se nos valore?

En el libro la autora dice algo muy importante: "si no nos valoramos nosotras mismas, ¿quién lo hará? Si quiero que me traten como una dama, debo tratarme como una dama, este es el secreto y lo que aprendí esta semana en este capítulo del libro la Mujer V. Así, aunque no viva en el siglo XVIII (algo que, por cierto, es una gran ventaja en muchos aspectos) puedo valorarme como lo hacían antes, por medio de mi apariencia, carácter y mis actitudes.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Ansiedad

La ansiedad es una arma diabólica que nos amarra y nos impide crecer y acercarnos más a Dios. Es peligrosa porque es sutil, porque puede empezar y aumentar cada día sin que la percibamos como esa artimaña diabólica.

Quiero decir, cuando la ansiedad comienza no nos levantamos una mañana diciendo voy a quedarme ansiosa por este problema. No. Empezamos a pensar y pensar en el mismo problema todo el tiempo, vamos a dormir pensando en lo mismo, salimos pensando en eso... lo olvidamos un rato. Cuando estamos solos regresa el pensamiento... y así, al día siguiente comienza la misma historia.

Conforme el tiempo pasa la ansiedad aumenta, porque ella esconde una duda y con duda nuestra fe es neutralizada, así que el problema no es resuelto, y por eso la ansiedad sigue creciendo, ¿ven la trampa?

Solución. Reconocer la ansiedad cuando viene o cuando ya se apoderó de nosotros. Usar la fe, luchar contra los pensamientos negativos y las dudas. Confiar en la Promesa de Dios. Actuar, ocuparse, no dar lugar a que la ansiedad regrese.

Jesús vino al mundo para que tuvieramos paz, no ansiedad. Confiemos, Él ya ha vencido al mundo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Espíritu Santo

Lo maravilloso del Espíritu Santo es que cuando más lo necesitamos siempre está con nosotros. Incluso cuando estamos tan preocupados por nuestros problemas que nos olvidamos de lo importante que es buscarlo con intensidad y con sed.

Sí, porque es en esos momentos cuando nos sentimos tristes, solos u olvidados cuando debemos mirar al cielo y luchar por fortalecernos en su presencia, en estar más cerca de Él y ser fuertes cuando todo lo demás se desmorona a nuestro alrededor.

El Espíritu Santo es el único que nos acompaña en medio a un desierto, el único que nos comprende, nos guía, nos levanta y nos consuela. El Espíritu Santo es quien nos garantiza nuestra salvación. Si Él vive en mí, ¿a qué debo temerle?

lunes, 27 de agosto de 2012

Teme

"...que los egipcios temían a los hijos de Israel" (Éxodo 1,12)

Mientras leía esto pensé en los jóvenes que participan de Fuerza Joven. A veces cuando uno desea entregarse de verdad el diablo empieza a oprimirlos con dureza, por medio de críticas, problemas en la casa, escuela, trabajo, pero todo eso es en realidad porque el diablo les teme, así como a todos aquellos que somos el pueblo de Dios.