viernes, 29 de abril de 2011

Jamás olvida

Cuando Dios coloca su mano sobre tus caminos cada jornada es una nueva oportunidad de ser feliz. Cada instante es un regalo precioso, invaluable. Siempre he pensado que a Dios no se le debe decir que no, si nos pide algo que está en nuestras condiciones. Servir al Señor y entregarle todo nuestra vida es un privilegio, pues Él mismo cumple todos los deseos de nuestro corazón.

Él jamás olvida lo que hacemos para honrar y glorificar su nombre, aunque hagamos algo que, ante los ojos de los hombres, no sea tan valioso ni importante. Más cuando tomamos eso que Dios encargó en nuestras manos y ponemos todo nuestro corazón, Dios se agrada de dicha actitud y poco a poco concede las peticiones silenciosas de nuestra alma, ¡cuántas veces mi Padre me dio algo sin que yo se lo pidiera!

Siempre les digo a las obreras más jóvenes: "No teman servir a Dios y entregar su vida, Él jamás olvida lo que hacemos por amor a su nombre y realiza todos nuestros sueños". Hay bendiciones que he tenido en mi vida que sólo el Señor pudo otorgarme, aún estoy luchando por otras, pero a veces en una mirada, en un saludo llena mi corazón con la certeza de que Dios ya está obrando y que todo tiene su tiempo. Mientras tanto hay que servirlo con toda el alma, nadie más merece todo nuestro vivir a su servicio.