miércoles, 20 de abril de 2011

Ojalá

La campaña del Espíritu Santo terminó. Sin embargo, lo que viví estos veintiún días fue algo maravilloso. Un día de estos hablé a la radio y pude platicar con el Obispo Franklin. Le conté algo de mi experiencia y algo que me respondió me acompañará por siempre. Me dijo: Usted encontró el verdadero amor.

Y fue así, encontré al verdadero amor que el mundo no puede ofrecer. Tenerlo me hace feliz, me llena de paz, gozo y sobre todo, amor por los demás. Con el amor del Espíritu Santo siento más amor por las personas que amo. El toque del Espíritu Santo fue el mayor regalo que Dios me dio.

Ayer leía en la Biblia un pasaje que atrajo mi atención. El pueblo de Israel tuvo terror de la presencia de Dios y le pidieron a Moisés que hablara con Dios en lugar de ellos (Deuteronomio 5:26-27); el Señor les respondió así:

"Ojalá siempre tuvieran tal corazón, que me temieran y guardaran todos los días todos mis madamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuera bien para siempre" (Deuteronomio 5,28).

El deseo del Señor era que el pueblo conservara ese mismo espíritu de temor, reverencia por Él para nunca apartarse de sus caminos. Yo deseo eso para mi vida, tener esta sed por el Espíritu Santo todos los días de mi vida, le suplico a Dios que nunca se apague en mi esta llama, voy a buscar encenderla cada día. Ojalá todo el pueblo que participó con fe de esta campaña del Espíritu Santo permanezca así para siempre. Voy a orar para que así sea, pero la desición está en cada uno.