lunes, 9 de mayo de 2011

Cuando nadie lo ve

Quien ve a un siervo de Dios luchando en el altar con toda su fuerza no imagina cuál es la batalla que enfrenta cuando nadie puede verlo. El cansancio, las dudas, las tentaciones, las calumnias, entre otras muchas dificultades que se levantan en su contra para derribar su fe.

Es una lucha diaria, en ocasiones hasta parece que nadie puede comprender lo que atraviesa. Además, un siervo de Dios no muestra las cicatrices que la vida deja en él, sino que se muestra como un ejemplo para quienes están sufriendo. Un siervo de Dios se esfuerza, lucha por alcanzar a quienes están perdidos, aunque en el camino sacrifique su propia sangre. No se resigna frente al fracaso sino que derrama su propia vida para obtener la victoria, que representa la victoria del pueblo de Dios.

A veces nadie puede ver lo que hace, pero Jesús sí lo ve. El Espíritu Santo lo acompaña a cada segundo y aunque esté completamente solo y nadie vea su sacrificio, Él jamás olvida, ni lo olvidará. Cada lucha, cada esfuerzo, cada lágrima que cae de su rostro cuando clama por las almas, el Espíritu Santo lo escribe en un libro que estará ante el Señor como un testimonio de su pacto con Dios, Él declaró: "Si alguno me sirve, mi padre lo honrará"