miércoles, 23 de marzo de 2011

Eternidad

Uno de mis escritores favoritos es C.S. Lewis, autor de las Crónicas de Narnia. Descubrí su literatura cuando tenía como ocho años, en la escuela me hicieron leer el cuarto libro de la serie y me enamoré de la historia. Un príncipe perdido, una bruja mala, gigantes, un país nevado, una serpiente y dos niños eran los héroes. Mi mamá me compró los siete libros y todas las narraciones me encantaban (aún me encantan, los leo de vez en cuando y no me pierdo las películas cuando salen).

Para mí, es el tipo de literatura infantil que deberían estar leyendo los niños ahora. Las historias son sencillas, honestas, tienen valores y como el autor era cristiano, están repletas de símbolos y alusiones bíblicas. La forma en que el escritor trata el asunto de la vida eterna es muy interesante.

Ayer estaba recordando el libro tres, donde un personaje (Ripichip) un ratón que habla, al final de la historia decide abandonar su vida en este mundo para ir al pais de Aslan (quien representa la figura de Dios). Es un diálogo muy bello. El ratón abandona su posición, sus amigos, no considera nada en este mundo y prefiere ir a alcanzar la eternidad. Declara que es la mayor aventura que vivirá.

En la Biblia dice que Dios ha puesto la eternidad en el corazón de los hombres. Cuando más crecemos entendemos que todo en esta tierra es pasajero, antes quizás yo tenía una mentalidad diferente en cuanto a la salvación, pero si ahora mi Señor me llamase, nada en este mundo me impediría de obedecer su voz. Claro que no nos gustaría dejar a nuestros seres queridos, pero nuestra salvación debe estar en primer lugar. Es el anhelo en el alma del ser humano que Dios ha colocado, ese deseo de alcanzar y poder contemplar su rostro y servirlo por siempre.