miércoles, 9 de marzo de 2011

Nuestras palabras

Dios nos pide que seamos cuidadosos en lo que le prometemos. En el mundo actual la palabra ya no tiene el valor de antes. En el pasado, los contratos se realizaban por medio de la palabra, en el libro de Ruth, por ejemplo, la Biblia dice que Booz arregló el contrato frente al pueblo por medio un acuerdo oral y el intercambio de su zapato. ¡Imaginemos si ese contrato hubiera sido efectuado en los tiempos de hoy! Con seguridad Booz hubiera perdido sus heredades en un engaño. En la actualidad tiene más importancia los documentos escritos pues la palabra del hombre ya no tiene valor.

   No obstante, para Dios el valor de la palabra no ha cambiado. Él creó el universo, muestra su voluntad y trae salvación por medio de ella. Dice en la Biblia que nuestro hablar debe ser "si, si, no, no", ya que por medio de lo que decimos seremos salvos o condenados. ¡Cuán importante es ciudar lo que hablamos! En Proverbios hay más de diez advertencias sobre los frutos de la lengua, se dice que quien ahorra palabras guarda su vida... tal parece que ser una persona callada es una bendición.

   Con respecto al Señor, cada vez que prometemos algo en su presencia debemos comprender que es como si firmaramos un contrato, para Él, nuestra palabra debe ser un reflejo de lo que vivimos. No podemos hacer votos a la ligera, pues así como Él nunca nos olvida, tampoco olvida las promesas que le hacemos.

   Hace un tiempo recordé una promesa que le hice a Dios. Para ser sincera, ya la había olvidado, pero Él no. Un día cuando le decía a Dios que podía contar conmigo, aquella promesa vino a mí. Fue un recuerdo claro, habían pasado muchos años, nadie me había visto realizarla, es más, no le había contado a nadie. Pero el Señor sí, Él me estaba recordando lo que le prometí en aquella ocasión.

    Así como deseamos que Dios cumpla en nuestra vida Sus promesas, debemos cumplir todo lo que hablamos para Él. ¿No es así como deseamos que nos cumplan lo que prometemos? Pues Dios anhela nuestra fidelidad en el hablar más de lo que podríamos suponer.