domingo, 6 de febrero de 2011

En tus atrios

Señor:
Quizás después de haber vivido tanto lejos de tus atrios ahora me es posible reconocer la bendición que es pasar un día en tu casa. No lo niego, es cansado. Sin embargo, este tipo de cansancio se agradece, servirte es tan maravilloso, el propósito de mi vida. ¿Cómo puede ser feliz un pez fuera del agua? ¿Cómo puede ser feliz un pájaro sin cantar? ¿Cómo puede ser feliz el ser humano si no realiza tu propósito para su vivir? Imposible.

   Ahora lo entiendo pues ya lo viví. Despertar cada mañana preguntándose, ¿para qué? Una vida sin sentido, existiendo por existir. Me rescataste, tuviste misericordia de una sierva inútil que se alejó pero cuyo corazón nunca dejó de anhelar tu presencia. A veces me pregunto porqué te dignaste a mirar mi aflicción. Nunca me olvidaste. Te lo agradezco, con todo mi corazón.

   Hoy mientras cantaba en la última reunión el gozo de mi corazón no tuvo comparación. No importaba ya el cansancio, el agotamiento, la universidad, el trabajo, mi casa, mi familia, mis responsabilidades, todo pasó a segundo plano. Mientras te adoraba Tu presencia me inundó como el agua que fluye de un manantial de agua clara, Tú eres lo más importante en mi vida.

   Por favor, ayúdame a guardar mi fe. Toda mi vida deseo estar cerca de Ti, no soportaría apartarme ni por un segundo de Ti. Te necesito, más que a mi sangre; prefiero morir que volver al vacío. Todo lo que espero de mi futuro es estar cerca de ti.

   No tengo más palabras para agradecerte este día, con sus luchas, victorias, alegrías, tristezas, nostalgias... Gracias Señor.