domingo, 13 de febrero de 2011

Esperar

Aunque esperar no sea sencillo, creo que vale la pena cuando lo que esperamos tiene un gran valor para nosotros. Cuando guardamos en nuestro corazón una Promesa del Señor tan grande que parece un sueño hecho realidad, algo que supera por mucho nuestras espectativas, cualquier sacrificio vale la pena. El tiempo no es un obstáculo cuando Dios aprueba nuestros pasos, el tiempo sólo es un camino por el cual llegar al objetivo del Señor para nuestras vidas

  Estaba leyendo un anuncio en la calle, en un lugar donde se estaban haciendo obras y había problemas con el tránsito. Supongo que para apaciguar el ánimo de miles de conductores enojados por las molestias, el municipio colocó un cartel que anunciaba lo siguiente: Las molestias son temporales, los beneficios permanentes.

   Eso me hizo meditar, quizás la espera no sea tan placentera, pero es una molestia temporal, Dios sabe los beneficios que traerá a nuestra vida, mucho mayores y, sobre todo, permanentes. Si creemos eso de corazón, la espera se convierte en un momento donde puede crecer nuestra comunión con el Señor, nuestra confianza en Su voluntad y la certeza en la elección tomada. Cuando acreditamos con todo el corazón en la Promesa, la espera se vuelve una verdadera bendición.